LAS PRÁCTICAS DEVOCIONALES Y LA LLAMA DE AMOR (2)

Las prácticas devocionales que aparecen en el Diario Espiritual pueden ayudarnos como un punto de referencia para enriquecer la vida espiritual de nuestra familia. A lo largo de la historia de la Iglesia el Pueblo de Dios ha sido favorecido  con multitud de gracias espirituales que se han ido expresando por medio de devociones que contribuyen al crecimiento de la vida de fe y de piedad en las comunidades cristianas.  La Congregación para el Culto Divino de la Santa Sede nos da en el “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia” las recomendaciones que los católicos debemos tener en cuenta para que estas prácticas devocionales tengan efectos positivos en nuestra vida personal y familiar. 

Isabel Kindelmann, como hija de su tiempo y de su patria, fomentó en su hogar aquellas devociones que la Iglesia preconciliar proponía. Su devoción fue sólidamente católica, centrada la liturgia y asentada sobre una profunda entrega  a la Virgen María. El Concilio Vaticano II ha alentado  en la Iglesia universal una reforma litúrgica que nos anima a renovar nuestra vida de piedad personal y familiar en lo esencial: la Palabra de Dios y los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Las prácticas devocionales no son parte de la liturgia pero nos llevan a vivirla mejor en la medida en que están relacionadas con ella.

Debemos huir de aquellas expresiones de religiosidad que pudieran estar manchadas de superstición o no corresponden al espíritu de la fe católica. Las normas que la Iglesia nos da en el Directorio sobre la piedad popular y en el Catecismo de la Iglesia Católica nos ayudarán a orientar sólidamente en el interior de nuestros hogares las expresiones de nuestra devoción a María, a los Ángeles y a los Santos; nos llevarán a vivir con mayor profundidad los sacramentos y especialmente el culto eucarístico. 

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