ES VERDAD, EL DEMONIO EXISTE Y NOS ASECHA
Las familias están en peligro, se están hundiendo; necesitan ayuda para luchar contra el enemigo que las esta destruyendo. La Llama de Amor nos da la solución para salvar a las familias. La sociedad y el mundo no van a cambiar «desde fuera», sino «desde dentro», es decir desde el interior de las familias. Si las familias se transforman por el auxilio divino, nuestro entorno cambiará. La virgen promete un gran milagro operado por su Inmaculado Corazón. Este milagro es la derrota de Satanás en los corazones y el triunfo de Jesucristo en cada una de las familias que acepten la gracia de la Llama de Amor. La Virgen lo ha prometido y lo cumplirá.
La Palabra de Dios nos lo enseña. Existe el mundo de los espíritus malignos. La experiencia de cada día nos lo confirma. Hay un mundo espiritual perverso que no vemos con los ojos materiales pero que se hace presente en nuestras vidas para dañarnos. El deber de la Iglesia es protegernos contra esos ataques y darnos los medios para liberarnos de su dominio. Los fieles católicos tenemos pleno derecho de pedir a los Pastores de nuestras almas (Papa, Obispo, Párroco) los auxilios espirituales que necesitamos para vernos liberados de la opresión diabólica. En primer lugar la Iglesia debe “instruirnos” correctamente sobre la existencia del demonio y de la manera de enfrentar los ataques del mundo oculto.
La Palabra de Dios y el Catecismo de la Iglesia católica son la fuente del conocimiento seguro. En las predicaciones de los pastores este tema debe ser de primera importancia porque en la vida práctica estamos constantemente sometidos a las asechanzas del maligno. Si estamos mal instruidos no lo podremos enfrentar con éxito. Aquí tenemos una grave deficiencia porque desde hace largo tiempo en los seminarios no se ha dado la importancia debida a la formación de los sacerdotes en la pastoral de los afectados por la acción diabólica.
La consecuencia ha sido que no se ha predicado con suficiente claridad acerca del Demonio y su manera de actuar, y muchos sacerdotes no saben acoger, orientar y ayudar a aquellas personas que están sometidas a la acción del maligno. Los fieles no saben discernir la acción diabólica ni saben defenderse contra sus ataques. Frente a esta grave necesidad del pueblo de Dios, la Virgen María nos da la Llama de Amor cuyo carisma es “volver ciego al demonio” y proteger a la familia de su acción destructora.