PEDRO, JUDAS, LOS APÓSTOLES Y SATANÁS
Al leer el Diario Espiritual de Isabel Kindelmann nos quedamos impactados por las palabras de Jesús hacia sus sacerdotes y consagrados. ¿Es posible que aquellos que han sido llamados a la intimidad con Jesucristo se conviertan en compañeros fríos, indiferentes, ingratos, indolentes, del Salvador? ¿Que lleguen a abandonarlo, a traicionarlo? ¡Sí, es posible! Ya lo vimos con los apóstoles: Pedro lo negó, Judas lo traicionó, los demás lo abandonaron en los momentos más difíciles, excepto Juan. Tristemente así fue. Pero ¿cómo pudo suceder eso si los discípulos amaban a Jesús? Ellos fueron generosos, abandonaron todo, siguieron a su Maestro en medio de grandes sacrificios. Pedro le juró amor hasta la muerte. ¿Y qué pasó? Podríamos imaginarnos que los apóstoles por estar cerca de Jesús eran santos, que por haber hecho milagros y expulsado demonios, estaban por encima de los demás mortales, libres de la acción del tentador. Pero la realidad es otra. Jesús le dijo a Pedro que Satanás los había reclamado para cribarlos como el trigo. Jesús le promete su oración para que no sucumbieran a la tentación y regresaran (Lc 22,31). Es la hora del poder de las tinieblas.
El peor de los casos es el de Judas. ¿Qué le pasó? ¿Cómo pudo, al lado de Jesús, convertirse en un demonio? En el Evangelio se nos dice que Jesús lo escogió (Lc 6,16, Mc 3,19); recibió el mismo afecto y los mismos poderes que los demás discípulos (Mt 10,1). Sin embargo el corazón de Judas estaba muy lejos de Jesús. De nada le sirvieron los tres años que estuvo cerca del Señor siguiéndolo y escuchando sus enseñanzas. María Valtorta en sus escritos nos dice que Judas se acercó a Jesús porque se imaginó que estando cerca de Él llegaría a ocupar puestos políticos importantes en su Reino. No se acercó a Jesús por amor sino por intereses puramente humanos. Estaba lleno de lujuria y de amor al dinero (Jn 12,8). Jesús les dijo: A ustedes doce Yo los elegí; sin embargo, uno de ustedes es un demonio.
Jesús se refería a Judas hijo de Simón, el Iscariote. Porque Judas, que era uno de los doce, lo iba a traicionar”. ¿Es posible estar al lado de Jesús y robar las limosna, ser esclavo de la lujuria? Sí, la explicación la da el mismo Evangelio: ” Satanás entró en el corazón de Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, y le puso la idea de traicionar a Jesús (Lc 22,3-6).” ”Satanás se metió en el corazón de Judas” (Jn 13,27). El Iscariote lleva su rechazo a Jesús hasta el extremo, no sólo lo vende, sino que también lo entrega con el gesto más repugnante que pudiéramos imaginar: el beso hipócrita. La tragedia de Judas es algo que parece surrealista, imposible que pudiera suceder. La realidad superó la ficción. Ni siquiera su arrepentimiento fue sincero: Sometido por el remordimiento fue y se ahorcó presa de la desesperación. Satanás lo arrastró al suicidio.
Jesús, al quejarse de los consagrados indolentes los está prácticamente comparando a Judas. Es importantísimo comprender que el problema de Judas fue un problema de infestación diabólica. Satanás aparece en el centro de su proceso de traición a Jesucristo. Todos los seres humanos estamos sujetos a los ataques de Satanás que busca nuestra perdición eterna. Con mayor razón los sacerdotes, que identificados con Cristo por el orden sacerdotal suscitan el odio visceral del demonio. Si cada hombre debe protegerse de la acción de maligno, con mayor razón los sacerdotes deben tener claro en su mente que el enemigo los perseguirá a muerte y sin cesar. La Iglesia debe proteger con su oración y penitencias permanentes a sus sacerdotes, Obispos y Papa.
Jesús le ruega al Padre que proteja a los Apóstoles de la acción del maligno: “No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno” (Jn 17,15). El caso de Judas es un tremendo misterio. Jesús dijo: “Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura” (Jn 17.12). ¿Cómo es posible que habiendo cuidado Jesús a Judas, éste se haya perdido? La única respuesta válida es que Judas , voluntariamente, haya rechazado el auxilio que Jesús le prestaba. Apostató de Jesús. ¿Se habrá condenado Judas? No lo sabemos. Jesús dijo de él “¡más le valiera no haber nacido!” (Mt 26,24), pero tampoco esta frase podría verse como una aseveración de la condenación eterna de Judas. De todos modos, ¡qué gran tragedia la de este apóstol! Estaba destinado a la gran amistad con Jesús, igual que los demás. Sin embargo fracasó en su vocación. Pasó a la historia como el prototipo del “traidor”. Es muy significativo que la Virgen María Rosa Mística en sus apariciones habla de “Sacerdotes Judas”, comparando a aquellos que viven mal su sacerdocio al apóstol traidor. Este caso nos remite a un problema importantísimo en la Iglesia: el cuidado pastoral de los candidatos al sacerdocio y aún de los sacerdotes en ejercicio.
Los Seminarios reciben a jóvenes que vienen de todos lados, con herencias no sólo biológicas sino también espirituales. ¿Tienen los seminarios un cuidado especial de acompañamiento espiritual para los candidatos? Los expertos aseguran que en general, en los Seminarios, ha habido después del Concilio Vaticano II mucha negligencia en la dirección espiritual de los seminaristas. También los seminaristas necesitan oraciones de liberación.