PODER EXORCISTICO DE LA LLAMA DE AMOR

La Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María tiene un poder exorcístico increíble que los laicos deben utilizar. Como Uds. saben bien la Santa Madre Iglesia, con mucha sabiduría y gran prudencia ha limitado el uso de los exorcismos propiamente dichos a los sacerdotes autorizados por los Obispos. El exorcismo «oficial», «litúrgico», llamado verdadera y propiamente «exorcismo» se utiliza en el caso de las posesiones. Los exorcistas utilizan las oraciones del ritual u otras tomadas de la tradición exorcística de la Iglesia o también oraciones improvisadas según convenga al caso. En este tipo de oraciones lo que predomina es un lenguaje en el que «se ordena» al demonio de manera imperativa «que salga de la persona». El lenguaje es fuerte, enérgico. El Demonio o los demonios son sumamente orgullosos y celosos de su condición de ángeles y se molestan cuando se les impera. Reaccionan con violencia. Solamente toleran el lenguaje imperativo cuando se le habla «en el Nombre de Jesucristo». Aún el tono de la voz les hiere en su profundo orgullo. Si no fuera porque el Sacerdote está cubierto de manera especial por la protección divina los Demonios lo desbaratarían. De hecho el exorcista va recibiendo golpes espirituales que son invisibles pero que quedan en su cuerpo y también afectan su alma y su entorno. Algo así como una aspiradora que queda llena de polvo.

Después de cada exorcismo el exorcista debe limpiarse de estos remanentes con oraciones hechas por él mismo o de otras personas que oren por él. Al principio yo creía que el exorcista no recibía heridas y que bastaba la protección de su condición sacerdotal para salir indemne de la lucha. Pero después me fui dando cuenta, con la ayuda de hermanos que tienen el Don de Visión, que a medida que se va haciendo el exorcismo los demonios van tirando sobre el exorcista toda una serie de golpes que lo afectan.  Las enseñanzas de la Iglesia nos hablan de que los laicos no deben hacer exorcismos. Esta disposición no es arbitraria. No es un deseo de imponer una disciplina que lesione la Palabra de Dios que dice: «los que crean en mí…en mi Nombre expulsarán demonios”(Mt 16,17). Es un acto de prudencia pastoral. En este terreno de la acción diabólica es muy fácil confundirse y ser confundido. Efectivamente cuando ordenamos a los demonios en el Nombre de Jesús éstos se someten; pero hay que tener en cuenta que hay diferentes tipos de Demonios. Unos muy poderosos, otros de menor poder. Diferente tipo de actividad demoníaca: tentación, infestación, opresión, vejación, posesión, etc maleficios, maldiciones, herencias espirituales negativas que se transmiten de generación en generación; hay diversas maneras de actuar de las almas de los difuntos, etc. Bueno es un mundo muy confuso. El ordenar en el Nombre de Jesús a un Demonio puede resultar en un ataque del enemigo. Ataques diversos: físicos, mentales, espirituales, emocionales, en las relaciones, etc. ¿Y que acaso no nos protege la Sangre de Cristo? Sí que nos protege, pero hay una prudencia que debemos tener para no hacer cosas que no son adecuadas.

Los equipos de liberación no deben actuar solos sin la presencia del Sacerdote que esté apoyando y aconsejando. Sin embargo aquí hay un grandísimo problema en la Iglesia. Una falla radical e incomprensible. Muchos sacerdotes tienen una comprensión insuficiente acerca del mundo diabólico y de las maneras prácticas de enfrentar los ataques del maligno. En la Iglesia «se ha ido perdiendo la Escuela del combate espiritual». ¿Qué sucede cuando los fieles agobiados por los problemas preternaturales van donde los sacerdotes? No reciben ayuda, porque ellos mismos no saben cómo hacer frente a esa problemática. En los seminarios hay profesores que niegan la existencia del demonio, de los maleficios, de la acción de las almas de los difuntos, y de otro tipo de presencias en las casas…etc. El pueblo de Dios está sin conveniente ayuda en un campo tan grave, por la ignorancia de los pastores. La Pastoral en general está como tuerta porque se pretende evangelizar y proclamar la Palabra de Dios sin tener en cuenta que el principal enemigo de la evangelización es el Mundo de las tinieblas. Se olvida que Jesucristo cuando predica hace dos cosas trascendentales para que el evangelio sea comprendido y aceptado: expulsa demonios y sana a los enfermos. 

Hay que leer el evangelio sin las gafas de Freud. Cuando los fieles no encuentran respuestas de la Iglesia a la necesidad fundamental de todo ser humano: la libertad interior y exterior, entonces o se resigna a ser esclavo del mal, o busca una solución fuera de la mirada de los pastores. Allí está el gran problema. Si mi pastor no me escucha o no me puede ayudar busco la solución que esté a mi alcance. Las soluciones que nos son ofrecidas por gente que no tiene la Fe son falsas; las que nos ofrecen personas que tienen Fe pero que no están guiadas con la sabiduría y comunión doctrinal o pastoral pueden ser riesgosas y conducirme a la pérdida de la Fe católica.  La Gracia de la Llama de Amor yo la veo como una intervención de la Madre de la Iglesia que pretende atajar el terrible ataque diabólico que está sufriendo la humanidad en estos momentos y en especial la Iglesia y dentro de ésta la Familia. Al vivir la propuesta que la Virgen nos hace no hacemos exorcismos imperativos pero obtenemos el mismo resultado. El Demonio es cegado, atado, expulsado. Ella nos protege y el Demonio va siendo neutralizado.

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