Una vida de Gracia y de felicidad es el milagro de la Llama de Amor
La Virgen habla de que la Llama de Amor es como un «milagro». El verdadero milagro no es el externo, sino el que se opera en lo profundo de la persona: la CONVERSIÓN DEL CORAZÓN. El Señor se queja en el Antiguo Testamento: «Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de Mí». Jesús muchas veces encara a los «santos de Israel», los fariseos y los llama «sepulcros blanqueados» porque llevaban una doble vida. Por fuera parecían piadosos, entregados al cumplimiento de la Ley y de muchos rituales, pero por dentro estaban llenos de «inmundicias», es decir de pecados. A los mismos discípulos regaña con fuerza porque «sus pensamientos» no eran los de Dios, sino de los hombres. Es más fácil para Dios resucitar a un muerto que convertir un corazón. La razón es muy simple: la resurrección física consiste en restaurar las funciones vitales de un cuerpo. La resurrección espiritual depende no sólo de Dios sino de la voluntad de los hombres. Dios respeta la libertad de las personas. Si éstas no quieren aceptar la Gracia de Dios la conversión no se puede dar. De hecho vemos como en el Evangelio los sumos sacerdotes, los fariseos, los saduceos y demás enemigos de Jesús cerraron culpablemente su inteligencia y su voluntad a los milagros de Jesús y a sus palabras. Sin embargo Dios tiene un recurso último que es como un milagro verdadero: dar una superabundancia de Gracias tan grandes que el alma se vea como llevada por la fuerza a cambiar de corazón sin perder su libertad.
Es el caso de San Pablo. Su corazón ardía de odio a Jesucristo y a sus discípulos. Vino una gracia tan superabundante que Saulo se abrió a la Fe en Jesús. ¿Hubiera podido San Pablo resistir a esa Gracia? En teoría sí, pero era tal la luz que rechazarla hubiera sido un absurdo para un corazón tan sincero como el del Apóstol. Con los príncipes de los sacerdotes no pasó igual: ellos tuvieron signos tan grandes como los milagros y la resurrección de Jesús atestiguada por los soldados, sin embargo rechazaron voluntaria y culpablemente la luz.
Si leemos el Diario con atención vemos que en la vida de Isabel no hay milagros externos. Ella no es una «taumaturga», no hizo milagros; sin embargo es portadora, en su propia vida, de un milagro diferente que no se ve con los ojos de la carne: la conversión de su propio corazón. El Señor la llevó de una vida «buena», que sin embargo estaba casi en los bordes de la frialdad espiritual, a una vida interior de santidad heroica. Cuando la Virgen María nos dice que su Llama de Amor hará milagros se refiere a la conversión de los corazones. Por ejemplo en la página 271 (VAMOS A APAGAR FUEGO CON FUEGO…): Yo haré, en unión con ustedes un milagro que los sabios del mundo en vano intentarán hacer esto; …Mi Llama de Amor con una claridad inimaginable y con un calor saludable, inundará la redondez de la tierra. …» Igualmente, en la pág. 177 (LA TIERRA PASARÁ POR UNA GRAN SACUDIDA…) ……»Entre tanto me habló mucho acerca del tiempo de gracia, y del Espíritu de Amor , que será muy parecido al primer Pentecostés, que inundará con fuerza la tierra; «y este será el gran milagro que llamará la atención de toda la humanidad.
Todo esto es la efusión del efecto de gracia de la Llama de Amor de la Santísima Virgen». Muchas familias hay hundidas en la desesperanza, la tristeza, la miseria espiritual, el pecado. Pasar de esta situación de muerte a una vida de Gracia y de felicidad es el milagro que opera la Llama de Amor. Los padres de familia deberían interesarse en tomar los medios para que su familia se convierta en un Santuario; lo que es imposible para ellos, es posible para la Virgen María.