La CRISIS DE IDENTIDAD CATÓLICA de estos tiempos y la Llama de Amor
Hermanos, para comprender la Llama de Amor en su plenitud es necesario tomar conciencia de la grave “crisis de identidad” que está atravesando la Iglesia. Muchos bautizados católicos no comprenden este tiempo y por ese motivo no se inquietan ni se preocupan. Están “instalados”. Se sienten bien, no descubren la enfermedad mortal que nos está aquejando. Y al no darnos cuenta de esta “crisis”, no podemos experimentar la necesidad de actuar y buscar una solución.
Uno de los síntomas de esta enfermedad es que muchísimos católicos viven en desasosiego interior y exterior, amargados, envueltos en críticas al Papa, a los Obispos, al clero, y a los demás fieles. Tal vez no haya en la historia de la Iglesia una época tan difícil como la que estamos atravesando en estos tiempos. En cambio hay católicos que se dan cuenta de la situación gravísima que vivimos en todo el mundo, pero no saben qué hacer para solucionarla. Caen en la resignación o peor aún, en el “yoquepierdismo”. Muchos fieles se sienten tan desorientados que “abandonan la Iglesia católica” y van a buscar fuera lo que no encuentran en ella. Pero el Cielo no nos abandona. Esa Divina Providencia de nuestro Padre Celestial tiene para cada problema una respuesta. En mi humilde opinión la respuesta que el Señor está dando al mundo actual y a la Iglesia es el mensaje de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María. La lectura del Diario Espiritual, de Isabel Kindelmann, nos permitirá poner en evidencia los puntos de esa solución que Dios nos ofrece.
Lo primero que me llama la atención es el respeto de Jesús y de María por nosotros sus hijos. Un gran amor para todos, tengamos razón o estemos equivocados. Aunque en muchos párrafos hay una gran severidad, especialmente para aquellos que han sido llamados a guiar la Iglesia, sin embargo no hay palabras hirientes, ofensivas, ni críticas destructoras, ni pesimismo. Es admirable el amor de esta Madre Dolorida que llora por la condenación eterna de muchos de sus hijos, pero que no los rechaza. Esta actitud maternal debe llenarnos de esperanza ante los males que estamos sufriendo. No estamos abandonados a nuestra propia suerte. Hay un Corazón de Madre que está con nosotros y sabemos que su intervención ante el Hijo es tan poderosa, que Ella obtiene lo que pide.
La Llama de Amor nos invita a confiar en Ella, en su Hijo, en la Divina Providencia del Padre Celestial. Abandonemos entonces el derrotismo; hagamos a un lado las ofertas que nos hace la amargura; no hagamos caso a los profetas contestatarios que siembran la desesperación y la inconformidad. Estemos seguros de que la Iglesia va a sobrepasar esta crisis tarde o temprano porque ella es la Esposa de Cristo.
Comprendamos que la renovación de la Iglesia está en nuestras manos, que no sólo es posible, sino que se va a dar. Que en la medida en que asumamos con energía el plan del Inmaculado Corazón de María, la transformación de la Iglesia se realizará. Y esa transformación ha de darse primeramente en el interior de cada una de nuestras familias católicas del mundo entero. De las familias católicas ha de partir la conversión del mundo. Si tu familia asume con convicción y perseverancia el plan que la Virgen María propone con la Llama de Amor, tus vecinos harán lo mismo y el reguero de pólvora se hará una realidad.
El Diario Espiritual nos lleva a una actitud de ESPERANZA ACTIVA frente a la desintegración del tejido de la Iglesia. Evangelizar con la Llama de Amor significa salir de tu casa para compartir con tus vecinos el “efecto de gracia” que brota del Corazón Inmaculado de Nuestra Madre. El testimonio de lo que María está haciendo en tu vida y en tu familia es el primer paso para la solución de esta crisis de identidad de tantos bautizados católicos. El resto vendrá por añadidura.