Sumergidos en la Llama de Amor de la Virgen María

Isabel enfrascada  en una espantosa lucha contra Satanás. Ella experimenta el agobio en esta lucha que pareciera ir más allá de sus fuerzas. Sin embargo se dio cuenta sorprendida, de que la angustia que sentía por la presencia del maligno había desaparecido. Éste casi imperceptiblemente se alejó. Sentía como si a tientas un ciego se hubiera ido de mi lado” (p 77). “Esta sensación me sorprendió mucho, después mi alma se sentía tan liviana como nunca la he sentido en mi vida” (p 77). Hay en labios de Isabel una expresión que llama mucho la atención: “Mientras estaba sumergida en la Llama de Amor de la Virgen Santísima”.  La palabra “sumergida” en boca de Isabel nos hace pensar que ella experimentaba estar dentro de esa Llama, totalmente rodeada de la luz que emana de la Virgen Maria. Recordemos la experiencia de los niños de Fátima Jacinta, Francisco y Lucía durante las apariciones:

“Diciendo esto la Virgen abrió sus manos por primera vez, comunicándonos una luz muy intensa que parecía fluir de sus manos y penetraba en lo más íntimo de nuestro pecho y de nuestros corazones, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, más claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso interior que nos fue comunicado también, caímos de rodillas, repitiendo humildemente: Santísima Trinidad, yo te adoro, Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento. …Acto seguido comenzó a elevarse serenamente, mientras la luz que la circundaba parecía abrirle el camino” (Primera aparición Domingo 13 de Mayo de 1917).

El 13 de Junio : “En ese momento abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de a luz inmensa que la envolvía. …Francisco …preguntó ”Por qué es que la Virgen estaba con un corazón en la mano irradiando sobre el mundo aquella luz tan grande que es Dios? 

El 13 de Julio: “Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos. El reflejo de la luz parecía penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas trasparentes…” . 

Encontramos aquí el nexo entre las revelaciones de Fátima y el mensaje confiado a Isabel Kindelmann. La Llama de Amor es al mismo tiempo el Inmaculado Corazón de María y su Hijo Jesucristo. La Devoción a la Llama de Amor es el mensaje de Fátima: es el Inmaculado Corazón de María revelado a las familias, para salvarlas del infierno. No se puede comprender la gracia de la Llama de Amor sin la comprensión exhaustiva de la revelación del Inmaculado Corazón en Fatima.  Así como los niños están sumergidos en esa luz divina que sale de las manos de María Santísima, Isabel experimenta estar sumergida en la Llama de Amor y al mismo tiempo es testigo de la derrota de Satanás por el Inmaculado Corazón de María.

El Hijo y la Madre están inseparablemente unidos. El Corazón de Jesús es la Llama divina, es el amor infinito del Padre y del Hijo; María es la Llama “humana”: es el amor de la Madre por el Hijo y por sus hijos espirituales que somos nosotros.  La Llama del Hijo y la Llama de la Madre es una sola Llama, se funden.  Por eso dice María: “La Llama de Amor de mi Inmaculado Corazon es mi Hijo Jesucristo”. Ella es Llama y su Hijo es Llama que se funden en una sola. Nosotros también estamos llamados a ser Llamas “sumergidas” en la Llama de Amor del Inmaculado Corazón. Todos los seres humanos estamos pues llamados a esa íntima unión con Dios para formar una sola cosa con Él. “Que todos sean uno como Tú Padre estás en Mí y Yo en Ti”. “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en Mí y Yo en él”. (Jn 6,55)

Acoger al Corazón Inmaculado de María en nuestros corazones es acoger la victoria sobre el Infierno: “Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor” (Mensaje de Fátima).

La devoción y el mensaje confiado a Isabel Kindelmann es de una total y urgente actualidad. Es en el interior de las familias donde se forman la Fe y las actitudes del discípulo de Cristo. El Dario espiritual nos presenta las quejas dolorosas de María Santísima que denuncian la falta de fe ante su mensaje dado en Fátima y la indolencia culpable de sus hijos que no ponen de su parte sus peticiones. Al mismo tiempo nos ofrece una nueva oportunidad: “…desde que el Verbo de Dios se hizo carne, no he emprendido yo un movimiento más que grande que este de la Llama de Amor de mi Corazón que salta hacia ustedes. Hasta ahora no ha habido nada que tanto ciegue a Satanás, y de ustedes depende que no la rechacen porque esto traería consigo una gran ruina”.

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