Hagamos vigilias y sacrificios por nuestros enfermos en agonía (moribundos)
La vigilia o vela nocturna de oración en familia es un gran instrumento de conversión tanto para el hogar como para la Parroquia. Especialmente está destinada a orar por la salvación de los enfermos en agonía o moribundos. “Te ruego de nuevo hija mía, que entregues ahora mismo a tu confesor las indicaciones de cómo hacer la oración de vigilia unida a los méritos de mi Santo Hijo… Es mi petición que la santa velada nocturna, por la cual quiero salvar a las almas de los moribundos, la organicen de tal manera en cada parroquia que ningún minuto se quede sin que alguien haga oración de vigilia. Este es el instrumento que pongo en sus manos Por medio de él salvarán ustedes las almas de los moribundos de la condenación eterna. De la luz de mi Llama de Amor Satanás quedará ciego” (p 286).
Para mejor comprender el alcance de esta petición de la Virgen María y la importancia de ponerla en práctica debemos recordar que nuestras oraciones y sacrificios tienen un grandísimo valor en el plan de la salvación eterna. Mucha gente ha vivido alejada de Dios y muchos han rechazado a Dios de manera consciente. Si de manera permanente todo ser humano está sometido a la acción de los espíritus malignos, con mucha mayor razón en el momento de la muerte. Es en este momento supremo donde el hombre decide definitivamente su destino eterno. O acepta amorosamente a Dios o lo rechaza.
En el Diario Espiritual de la Llama de Amor se insiste mucho en la oración por los moribundos. La razón es que en este momento los demonios y espíritus malignos atacan con gran violencia. Tratan con todas sus fuerzas de arrancar las almas a Dios. Aquellos que han vivido negando a Dios de manera voluntaria, consciente o los que por indolencia llevaron una vida alejada de la voluntad divina enfrentan este momento con grave peligro.
El Señor nos explica en las palabras que dirige a Isabel cómo podemos ayudar a la salvación de estas almas. Estamos aquí frente al misterio de nuestra participación en la oración y sacrifico de Cristo. Dios ha querido que todos los hombres estemos íntimamente unidos como una familia espiritual. Si por el pecado de Adán todos estamos afectados por el mal, por el Sacrificio de Cristo Jesús, todos somos solidarios en la Redención. Dios nos ama tanto que no quiere que ninguna alma se condene. Las enseñanzas de Jesús a Isabel Kindelmann nos recuerdan ese gran deber que tenemos de orar y sacrificarnos por la salvación de los pecadores. “Toma parte sin cesar en mi trabajo redentor. No preguntes cómo, así que llegue mi Reino a ti y a todas las almas” (p48).
Tomar parte en el trabajo redentor de Jesucristo significa tomar parte en sus sufrimientos por la salvación de los pecadores. Isabel es un alma víctima. Nos cuenta: “Una vez tuve que sufrir porque las dudas me apretujaban, otra vez porque a petición de la Virgen tuve que padecer la agonía de los moribundos y su lucha contra Satanás. La Santísima Virgen me dijo de nuevo: “Ves, hijita mía, si se enciende la Llama de Amor de mi Corazón en la tierra, su efecto de gracia se derramará también sobre los moribundos. Satanás se quedará ciego y con la ayuda de la oración de ustedes-durante su vigilia nocturna – terminará la terrible lucha de los moribundos con Satanás y bajo la suave luz de mi Llama de Amor hasta el pecador más empedernido se convertirá”. Y mientras me dijo esto, mis sufrimientos aumentaban tanto que casi me desplomé a causa del dolor”(p 192).
Durante la velada nocturna la Santísima Virgen comenzó a hablar conmigo y mientras lo hacía, derramó en mi alma el dolor sin límites de su Corazón maternal. Mientras mi alma se llenaba del dolor de su Corazón maternal, Ella seguía hablando: “Sólo una madre puede comprender, hijita mía la angustia y el dolor de mi alma. Por eso me dirijo a ti. Tú sabes de angustia. Sé que me comprendes. ¡Oh! ¡Cuantos de entre mis hijos se condenan! Me desplomo bajo el peso del dolor, por eso comparto contigo para que te apresures cada vez más a poner en marcha la santa causa. Tú también eres madre y la angustia de mi Corazón es tuya también! (p 196).
Acoger en nuestro corazón la Llama de Amor significa participar en los dolores del Corazón Inmaculado de María por la salvación de las almas. Especialmente por los moribundos. Nuestra Señora pide que nos aunemos para vencer a Satanás: “Las fuerzas aunadas del mundo entero se necesitan para lograrlo. ¡Quiero que ninguna alma se condene! Porque Satanás quedará ciego en la medida en que ustedes trabajan en contra de él”(p 202). La insistencia de la Virgen tiene por objetivo que en todas las parroquias se organice la vela nocturna por los moribundos. Que cada familia participe por medio de turnos organizados de tal manera que desde la casa, en horas diversas de la noche, haya almas velando y orando por la salvación de los moribundos.