CARTA No.127: ¿Qué puedo hacer para liberarme de las maldiciones que traen esas cosas tal como dice la Biblia?
Me llamo Saúl y soy de Nicaragua. En el pueblo donde vivo hay mucha brujería. La gente cree en eso. Visitan brujos para tener dinero, para conocer el futuro, para hacerle daño al prójimo opara protegerse de sus enemigos. Se atacan unos a otros con brujerías. En mi familia somos católicos pero hemos practicado esas cosas. ¿Qué puedo hacer para liberarme de las maldiciones que traen esas cosas tal como dice la Biblia?
Respuesta: Lo que Saúl relata es desgraciadamente algo muy frecuente, y no sólo en Nicaragua, sino en todo el mundo. Bien lo dice San Juan: “Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero está bajo el poder del Maligno” (1 Jn 5:19 – 20). Nos encontramos con personas que se dicen cristianas pero que recurren frecuentemente a los adivinos, santeros, brujos, etc. para saber el futuro, para obtener beneficios económicos, para protegerse o atacar a sus enemigos. Lo mismo pasaba en el pueblo de Israel. Los textos bíblicos tanto en el Pentateuco o en los profetas, contra esta forma de idolatría, son verdaderamente impresionantes. Son auténticas maldiciones que de generación en generación caen sobre quienes practican cualquier forma de esoterismo. Antes de la encarnación del Verbo de Dios la situación del mundo antiguo era peor que la actual. Hoy, por la divina revelación sabemos que Jesús ha destruido el poder de Satanás.
El mismo San Juan nos dice: “Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que conozcamos a Aquel que es verdadero; y nosotros estamos en Aquel que es verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos, aléjense de los ídolos”. (1 Jn 5:20–21). Se puede comprender que alguien que no conoce a Jesucristo recurra a los poderes diabólicos, pero que un bautizado lo haga es totalmente aberrante, es monstruoso. Este proceder indica que en realidad no se tiene conciencia de lo que significa ser discípulo de Jesús. No es verdaderamente cristiano quien, siendo bautizado y llamándose tal, va a buscar ayuda de manos de los hechiceros o practica el espiritismo en sus diversas formas. La mayor parte de las posesiones diabólicas provienen de estas prácticas demoníacas. Lo primero que debemos hacer es renunciar radicalmente a ellas de todo corazón. Confesarlas al sacerdote y recibir la absolución. Es necesario sacar de la casa de habitación todos aquellos objetos que de una u otra manera hayan estado ligados a las prácticas supersticiosas y destruirlas.
Igualmente hay que quemar los libros de magia, los entierros y amuletos. Se debe cortar toda relación con aquellas personas que nos induzcan a participar en grupos Satánicos o en organizaciones esotéricas. Cualquier pacto que se haya hecho con el Diablo debe ser quemado y de manera especial se debe hacer una renuncia total a Satanás. Las prácticas mágicas la mayor parte de las veces tienen consecuencias espirituales, psíquicas y físicas. En este caso es necesario recurrir a oraciones de liberación, sean hechas por sacerdotes o por personas que tengan el carisma. En los casos graves, en los que haya indicios de posesión diabólica hay que recurrir a los exorcistas designados por el Obispo. Es necesario huir de todo aquello que tenga visos de magia, hechicería, espiritismo, vudú, santería, etc. Todo eso es diabólico y quien lo hace peca gravemente y no puede acercarse a la comunión eucarística sin antes pasar por la confesión y la absolución.
Con frecuencia hay maldiciones intergeneracionales que provienen de las prácticas mágicas de los padres, abuelos, bisabuelos, y generaciones anteriores. Se debe pedir ayuda para que por medio de las oraciones y los sacramentales desaparezcan. Las casas en donde se haya practicado la invocación al Demonio o a los difuntos quedan casi siempre con presencias que intervienen en la vida de la familia. Es necesario en este caso utilizar los sacramentales para ahuyentarlas o recurrir al exorcismo de la “casa vejada” que cualquier sacerdote puede hacer sin necesidad de pedir permiso al obispo. La Llama de Amor nos da elementos de gran importancia que vividos con fe y perseverancia nos ayudan grandemente en la sanación y liberación de las consecuencias del esoterismo. El principal resultado de efecto de gracia en estos casos es la formación de la conciencia cristiana en el interior del hogar y el rechazo frontal a cualquier práctica o doctrina esotérica.