LA DEBILIDAD DE SATANÁS
Para que la gracia de la Llama de Amor actúe en la familia protegiendo, sanando, liberando y contrarrestando la acción de los espíritus malignos es necesario que los padres asuman su papel de pastores de su pequeño rebaño. No se da lo que no se tiene. Esto implica que los padres deben esforzarse por “crecer en la vivencia de la Fe” para que puedan ejercer honorablemente su ministerio de “pastores” en el interior de su casa. Deben en primer lugar “discernir”, “darse cuenta” de cómo actúan los espíritus malignos en sus hijos”. Si no captan la estrategia que los demonios organizan para herir y destruir su propio matrimonio y la vida de sus hijos entonces los padres de familia son pastores ciegos. Tal vez serán buenos padres provedores, o educadores desde el punto de vista de la cultura profana, pero no podrán proteger, aconsejar, sanar y liberar a los suyos de la acción diabólica. ¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? Serán malos educadores de la Fe de su prole.
Si desde pequeños los hijos tienen padres modelos que les enseñan a vivir intensamente la Fe, cuando lleguen a adultos y formen un nuevo hogar, estarán en condiciones de formar una familia según los deseos del Corazón Inmaculado de María. La gran deficiencia de la mayor parte de las familias es que no tienen conciencia de la acción diabólica en el interior de su hogar. La idea que tienen del Diablo es “folklórica”. No se dan cuenta de que estas inteligencias atacan de manera concertada a todos los miembros para alejarlos de Jesucristo. Podrán ser familias magníficas desde el punto de vista humano, pero habrán fracasado si no ponen a Cristo como el centro y Señor del hogar. Los demonios trabajan para que cada hogar viva un cristianismo “errático”, sin “consistencia”, sin “objetivos”. La familia cristiana por su bautismo está esencialmente orientada hacia la glorificación de Dios.
Esa es la enseñanza del Diario Espiritual. Los padres deben “construir”, “edificar su hogar” de acuerdo a los deseos de Jesús y María, tal como se lo enseñan a Isabel Kindelmann. Tengamos en cuenta que el mundo demoníaco es una “organización” gobernada despóticamente por el más poderoso de los demonios. Allí no hay “democracia”. En el mundo diabólico solamente existe el sometimiento absoluto al Jefe, al Principe, a Satanás. Es un sometimiento conformado por el “miedo”. Satanás habiendo sido constituido por Dios como el Ángel supremo, ahora en cuanto Demonio, ejerce su supremacía por medio del odio a todos los demás ángeles caídos. Le tienen pavor. El Demonio es odio puro. No hay cabida para otro sentimiento más. Sin embargo en su despotismo está su propia derrota y su debilidad. Como todo depende del Demonio supremo y todos le están supeditados, cuando se ciega al Jefe todos los demás quedan cegados y sometidos.
Este es el secreto de la victoria de la Llama de Amor. La estructura piramidal del mundo de las tinieblas es su propia debilidad. Es un ejército aparentemente poderoso pero que tiene un tremendo talón de aquiles. Si se le pega en el talón, se desmorona. David le pegó a Goliat en la frente y éste cayó muerto. Satanás y su mundo son por naturaleza débiles ante el Supremo Señor: Jesucristo. Nuestra fuerza es Cristo. No debemos tenerle miedo al Demonio y a los suyos. Tenemos que comprender el mensaje de la Llama de Amor. La fuerza de la Iglesia contra la acción diabólica está en “obtener la gracia de Dios”. ¡Nada más! Nuestra victoria está en creer, contra todas las ilusiones y mentiras diabólicas, en el PODER DE LA ORACIÓN. Es voluntad de Dios que en estos últimos tiempos el Inmaculado Corazón de María, con su poderosísima y única intercesión, nos obtenga las gracias para la victoria. Al orar intensamente y en familia el Rosario de la Llama de Amor, el cegamiento del Demonio actúa.
Cuando todas las familias católicas y no católicas recen diariamente el Rosario con la Jaculatoria el cegamiento de Satanás llegará y su aparente reino se desmoronará. Dentro de este combate global está el combate espiritual propio de cada familia. Satanás no dejará fácilmente a sus presas. Por ese motivo cada miembro de la familia, cada cónyuge, cada hijo, cada miembro del hogar, tienen su propia batalla que librar. Aquí está el sentido de la familia: nos amamos en Cristo y nos ayudamos unos a otros combatiendo todos por todos contra el enemigo. Aquí está el pastoreo de los padres. Si sabes discernir la estrategia de los espíritus malignos sabrás cegarlos. No basta ver lo exterior de lo que sucede, el “fenómeno”, es necesario ver la raíz: tu hijo está lleno de ira, ese es el fenómeno, lo aparente. Detrás de esa ira, desobediencia, rebeldía, están los espíritus malignos que lo incitan. Tu hijo se está volviendo alcohólico, detrás está la estrategia satánica para arrancarlo lejos de Cristo. Y así sucesivamente. ¿Cómo actuar? Recurriendo al Inmaculado Corazón de María con su Llama de Amor. Ella, reinando en el hogar, abrirá los caminos de la victoria.