Dios está dispuesto a darnos la victoria
EL Combate Espiritual entre Satanás y nosotros sería una lucha desigual e injusta si no tuviéramos el auxilio de la Gracia divina. San Pablo nos dice que “Dios no permite que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas”. ¿ Por qué pecamos entonces? Porque “no hemos pedido esas fuerzas que nos faltan para vencerlo”. Dios está dispuesto a darnos la victoria. ¿ Qué nos falta entonces para recibir esas “fuerzas suplementarias” ¿Qué nos ayuda a vencer la tentación? PEDIRLAS! “Pidan y recibirán , busquen y hallarán, llamen y se les abrirá, porque el que pide recibe, el que busca, haya, y a quien toca la puerta se le abre”. Dios da cuando se le pide. Jesús nos dice que cuando dos o más se ponen de acuerdo sobre la tierra para pedirle algo al Padre celestial en su Nombre, el Padre se lo concederá “en su Nombre”. Al escrutar el Diario Espiritual nos damos cuenta que en nosotros y a nuestro alrededor se desarrolla un combate entre dos llamas. La Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María y la llama del odio de Satanás.
La Llama de Satanás ciega nuestra inteligencia y nuestro corazón. Ese es el objetivo primero del Demonio: impedirnos pensar e impedirnos amar. La mente y el corazón quedan ciegos, perturbados. La persona confunde el bien con el mal. El alma de Isabel experimenta esta ceguera inducida por la acción diabólica: ella experimenta pensamientos terribles, gran confusión, gran incertidumbre, sensación de angustia, falta de paz, etc. etc. Si en estas circunstancias no estamos ayudados por la Gracia de Dios sucumbimos al “embrujo diabólico”. Todos experimentamos de alguna manera estos momentos del asedio demoníaco. Nos sentimos arrastrados a hacer cosas malas, como “forzados” por las ideas, los sentimientos. San Pablo nos dice: “hago el mal que no quiero y no hago el bien que quiero hacer”. Infinidad de personas experimentan la ceguera de las obsesiones; ataduras que son más fuertes que nuestra voluntad. Nos sentimos incapaces de vencerlas.
El alcohólico no puede resistir la atracción del licor; el adúlterio no puede deshacerse de la pasión que lo arrastra hacia otras mujeres; el homosexual se siente arrastrado hacia personas del mismo sexo; el adicto a las drogas, igual; el criminal siente el corazón lleno de odio tan terrible que solamente respira venganza y muerte, el ladrón pasa recurrentemente sobre todas las normas de respeto al bien ajeno. etc. etc. Esa es la acción diabólica! Satanás ha cegado la inteligencia y el corazón. Es en este terreno donde actúa la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María. Su objetivo es doble: CEGAR LOS OJOS DE SATANÁS! e ILUMINAR LOS NUESTROS! Satanás queda ciego cuando la Llama de Amor lo embiste. Pierde fuerza y poder. Suelta la presa.
La Virgen quebranta su cabeza, lo somete, le corta las garras y la cola; lo saca y lo estrella contra la Cruz de su Hijo. Satanás huye vencido, hasta la próxima ocasión. La Virgen ilumina nuestra inteligencia y enciende en nuestro corazón el amor a Dios; nos da la paz en medio de la tormenta, la esperanza de la victoria en medio de la lucha encarnizada. La oferta que la Virgen María hace a los padres de familia es el “efecto de gracia de su Llama de Amor” . Su poderosa intervención les ayudará a combatir la presencia ineludible de Satanás contra su familia. El problema de los matrimonios es que han hecho a un lado a Jesucristo. Sobre todo los varones.
La enseñanza “laica» ha enfriado hasta tal punto los corazones, especialmente de los hombres, que ya están como “programados» para llevar una vida “sin Dios”. Piensan que no tienen necesidad de la Gracia de Dios. Se creen autosuficientes. Esa es precisamente la ceguera que Satanás provoca. Hacernos creer que somos capaces por nuestras propias fuerzas de lograrlo todo. Y así se comienza el matrimonio: sin Dios y sin Cristo. Con un barniz de religiosidad popular. Pero sin verdadera Fe. Se construye una familia en la que Cristo NO ES EL CENTRO, sino un pegoste incómodo al cual se le dan unas migajas. La Llama de Amor no es simplemente una devoción sino que ademas es un “instrumento de victoria”; o digámoslo de otra manera: “es una devoción que lleva hasta sus últimas consecuencias derrota al demonio dejándolo ciego e impotente para destruir la familia”.
El Movimiento de la Llama de Amor tiene esa vocación: la de descubrir a los padres en primer lugar, el “efecto de gracia” que la Virgen nos ha obtenido del Padre Eterno para detener la furia satánica contra la familia. Es necesario recuperar la Fe viva en la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María para que podamos experimentar el “cegamiento de Satanás”. Eso se logra pidiendo a la Virgen que lo ciegue con la jaculatoria: “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad”. “También esta oración (que nuestros pies vayan juntos…) es un instrumento en nuestras manos porque colaborando de esa manera Conmigo, Satanás también por ello se quedará ciego y por su ceguera las almas no serán inducidas al pecado”(Pág. 64).