FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

Queridos hermanos, alegrémonos. Hoy es un día verdaderamente dichoso. Celebramos la gran fiesta de la Divina Misericordia. Si de algo tiene necesidad la humanidad es de Misericordia, no de castigos. En los corazones humanos hay un gran miedo hacia Dios porque el pecado nos aleja de Él , deforma nuestra mirada y nos llena de espanto frente a la Justicia Divina. Adán y Eva se escondieron de Dios cuando pecaron. Dios quiere cambiar esa actitud; no quiere que nos alejemos de Él por más pecados que hayamos cometido. Si nos alejamos de Dios no hay posibilidad de salvación. El Señor multiplica en estos últimos tiempos los testimonios de su amor para sanar nuestros corazones heridos. Hemos olvidado que somos verdaderos hijos de Dios, infinitamente amados por nuestro Padre celestial.

No somos simples criaturas, sino que somos sus hijos. Este es el gran mensaje de la Divina Misericordia. Dios nos ama hasta el punto de entregar a su Hijo Único a la muerte por nuestra salvación. No hay razón para desconfiar de Dios. Nuestros pecados podrán ser más rojos que la escarlata. La Sangre preciosa de su Hijo es capaz de lavarlos y volver nuestra alma más blanca que la nieve. El Señor solamente quiere que confiemos en Él, en su Misericordia infinita: ¡Jesús, en Ti confío! La Divina Misericordia y la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María son dos gracias dadas a la humanidad entera para que enfrentemos con serenidad los riesgos de estos últimos tiempos. Aunque sean dos devociones diferentes en realidad son la misma gracia porque Jesús es al mismo tiempo la Llama de Amor y la Divina Misericordia.

El Diario de Isabel Kindelmann nos lleva a comprender que Jesús y María nos piden que consagremos nuestras vidas a expandir como un reguero de pólvora el divino querer: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”. Ambas devociones son en realidad las dos caras de una misma moneda. Los momentos difíciles que está pasando la humanidad no los veamos como un “castigo” sino como la gran oportunidad que Dios nos da para que nos volvamos hacia su infinita misericordia. No perdamos el tiempo sino aprovechemos las horas de confinamiento para profundizar en ese gran Misterio del Amor que Dios nos tiene. Jesús en Ti confío.

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