CARTA No.165: Continuamos explicando cómo orar en el interior de la familia con la gracia de la Llama de Amor.

Es necesario guardar mucha paz en el corazón cuando oramos pidiendo la sanación interior y la liberación, sea de nuestros seres queridos en el seno de la familia, sea con cualquier otra persona y en cualquier ambiente. Todos los cristianos, y en realidad todo ser humano,  debemos hacer oraciones de liberación por nosotros mismos o por nuestros seres queridos en el interior de nuestro hogar. No es lo mismo un exorcismo que una oración de liberación. El exorcismo es una orden que se da al demonio en el Nombre de Jesucristo; la oración de liberación es una súplica que hacemos al Señor para que Él nos libere.  Es necesario abandonar todo miedo, duda, o inseguridad cuando oramos. Al principio nos sentimos impresionados porque los demonios y los brujos se expresan siempre de manera arrogante y ofensiva. Ellos tratan de infundirnos temor para impedir el efecto de la oración. Poco a poco nos vamos dando cuenta de que los demonios están llenos de miedo y de pavor ante la majestad de Jesucristo y la presencia de la Virgen María. Son seres espirituales totalmente débiles ante su Creador y totalmente dependientes de la voluntad de Dios. Su arrogancia, su violencia, su aparente seguridad, sus terribles amenazas, sus palabras injuriosas las lanzan contra nosotros como mamparas que tienen un objetivo: esconder su debilidad y debilitarnos psicológicamente por el temor. Son como el perro que ladra cuando se siente amenazado. 

Ellos tratan de engañarnos con sus provocaciones para inquietarnos, para que respondamos con violencia o para que huyamos y así la oración se desvíe de su objetivo. No pueden hacer nada si Dios no se lo permite. En realidad quieren salir corriendo.  De nuestra parte debemos tener en cuenta que no somos nosotros los que liberamos a las personas. Con la Llama de Amor es la Virgen María la que los somete al poder de su Hijo.  Seremos fuertes y tendremos paz si nuestra oración está totalmente unida a la oración y acción de María Santísima. No hay que pelear contra los demonios, no debemos enfrentarnos a ellos, no debemos provocarlos con palabras duras porque les damos la oportunidad de manifestarse y así caemos en su trampa. El demonio es como un actor de teatro que aprovecha todas las oportunidades para desempeñar su papel. Con frecuencia es un payaso. No hay que darle la oportunidad de manifestarse. Siempre debemos pedir a Nuestra Señora que actúe y someta a los espíritus malignos.  Al inicio de la oración es importantísimo suplicarle que los ate, los ciegue, los ensordezca, los enmudezca. Y si a lo largo de la oración hay episodios de rebelión, inmeditamente debemos pedir la intervención de Nuestra Señora. El tono de voz cuando oramos debe ser muy humilde, lleno de paz y de unción. Hay oportunidades en que los espíritus malignos están renuentes a salir; se les puede decir con serenidad y respeto: ¿Eres más poderoso que Jesucristo? ¿Sí o no? ellos dirán: ¡No! ¿Eres más fuerte que la Virgen María? ¿Sí o no?, ellos dirán ¡No!, ¿Eres más grande que el Señor Jesús?, ¿Eres independiente de tu Creador?,…. al final va la estocada: ¿Te sometes a tu Señor? ¿Sí o no? ; ¿Te sometes a la Virgen María? ¿Sí o no? Ellos terminarán diciendo ¡Sí!, 

Entonces damos la orden  en el nombre de la Virgen María ¡vete!  O le pedimos a Nuestra Señora: Madre, expúlsalo. Poco a poco vamos ganando experiencia en la manera de actuar en las oraciones de liberación. En algunas circunstancias habrá que ordenar a los espíritus malignos en nombre de María Santísima o de Nuestro Señor que se retiren. Debemos recordar que lo importante en la oración de liberación no es que el demonio o los entes espirituales que afectan a las personas se vayan o sean expulsados. Lo importante es que el plan que Dios tiene sobre la persona afectada y sobre la familia se realice. Los demonios y demás entes que afectan a las personas son instrumentos de Dios para nuestra santificación. Hay personas que tardan muchos años en ser totalmente liberadas. Otras no lo son nunca. En otras las liberaciones son parciales, o temporales o los ataques son recurrentes. La voluntad de Dios es que las familias crezcan en la vida cristiana para su salvación y santificación. Cuando en nuestro hogar haya alguien afectado por espíritus malignos debemos comprender que Dios está llamando a la familia entera a santificarse por la intensa oración, el ayuno, los sacramentos. Con frecuencia nos encontramos con que las personas atormentadas están expiando los pecados de los ancestros.

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