CARTA No.82: Soy evangélico y no comprendo cuando Ud. dice que la Llama de Amor es un camino de amistad íntima con la Madre de Dios y nuestra Madre. ¿Podría explicarme esto?
Francisco, joven de Managua, Nicaragua dice: Soy evangélico y no comprendo cuando Ud. dice que la Llama de Amor es un camino de amistad íntima con la Madre de Dios y nuestra Madre. ¿Podría explicarme esto?
Respuesta: Me alegro de que siendo evangélico te estés interesando por la Llama de Amor. Es comprensible que no logres captar la relación de intimidad que existe entre la Virgen María y aquellos que la descubren como Madre. Las comunidades o grupos que provienen de la Reforma protestante iniciada por Martín Lutero consideran que María es una mujer como las demás, que está muerta, y que no puede desempeñar ningún papel en la salvación de la humanidad. Niegan que María sea Madre de Dios, Inmaculada, Virgen, Asunta a los Cielos. Consideran que los católicos somos “mariólatras”, es decir que “adoramos” a la Virgen y que la hemos convertido en un “ídolo” o que la hemos divinizado. Los protestantes “respetan” a la Virgen pero no tienen hacia ella un “amor profundo”. Tú has sido formado dentro de esta corriente, es lógico que para ti la Virgen María sea una “desconocida”. La Iglesia Católica desde su inicio ha considerado a María como el camino para llegar a Jesús. Es voluntad de Dios que su hijo se haya encarnado en una mujer. Jesús hubiera podido venir a esta tierra ya adulto, sin haber tenido una madre y una familia. Jesús es Hijo de Dios y también Hijo de María. Nadie conoce mejor a Jesús y no lo ama más, que su propia madre. La maestra por excelencia para hacernos conocer y amar a Jesús es María.
La Iglesia Católica nos lleva de la mano, desde que somos niños a respetar y amar profundamente a la Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Nos dice que Ella está viva, en cuerpo y alma en el Cielo a los pies de su Hijo, intercediendo por todos los seres humanos para ayudarnos en el camino de la salvación. Reconoce que la Virgen fue concebida sin pecado original, que es verdadera Madre de Dios y no sólo de un hombre llamado Jesús. Tampoco acepta que María hubiese podido tener otros hijos. Todas estas enseñanzas no son inventos sino que se encuentran en las Sagradas Escrituras y en la Tradición que viene de los Apóstoles. La Virgen misma reconoce en el Evangelio que Ella no tiene ningún poder sino que es la “esclava” del Señor. La Iglesia Católica nos enseña que al pie de la cruz Jesús nos la dio por madre y que es Madre de la Iglesia , es decir de todos nosotros los que creemos en Jesús y que su maternidad espiritual se extiende a toda la humanidad. María efectivamente no tiene por sí misma ningún poder para realizar milagros, no es Dios. Sin embargo tiene el poder que una Madre tiene sobre el corazón del Hijo. Ella no cambió el agua en vino. Solamente le pidió a Jesús que ayudara a esos jóvenes esposos que pasaban vergüenza en Caná.
Para la Iglesia Católica la Virgen es la “todopoderosa suplicante”. Obtiene todo lo que pide. Al pie de la cruz, llevando el infinito dolor de ver a su Hijo morir para rescatarnos, se convirtió en nuestra Madre. Por eso los Católicos la amamos por sobre todas las cosas, después de Jesús. Por eso recurrimos constantemente a Ella. Vivimos, como dice un gran santo llamado Luis María Grignion de Montfort, en Ella, con Ella, por Ella y para Ella. Esto para ti es totalmente desconocido y no lo puedes entender. Cuando digo que la Devoción a la Llama de Amor es un “camino de amistad íntima con la Madre de Dios” me refiero a que el Diario Espiritual de Isabel Kindelmann, (te recomiendo que lo leas y reflexiones detenidamente) nos va haciendo comprender a lo largo de sus páginas que la devoción a la Virgen no consiste solamente en rezarle oraciones para pedirle gracias. En esas páginas descubrimos a María como plenamente viva y actuante en nuestras vidas. No está muerta, ni hecha polvo. Por estar en Dios ve todo y oye todas nuestras súplicas. Se manifiesta como verdadera Madre para cada uno de sus hijos.
La vemos angustiada y dolida porque los hombres caminamos alejados de su Hijo. Ella es la Mujer del Apocalipsis que lleva en su seno a aquel que vence al Dragón. Porque su Hijo le ha dado ese poder, derrota a Satanás. La Virgen es como un potente foco que ciega al que lo mira de frente. Ella no encandila los ojos del Demonio por sí misma. Ciega a Satanás porque en sus brazos lleva al Hijo de Dios. Cuando estudiamos la vida de Isabel Kindelmann vemos cómo se relaciona con Jesús y María. Con la mayor naturalidad. Como una hija con su Madre. Vemos cómo la Virgen es totalmente sencilla, humana, humilde, al mismo tiempo que llena de la majestad divina. Es Madre de Dios y no hay dignidad más grande que esa. Es Madre nuestra y no hay ternura más grande que la suya. Te invito a que descubras a María aprendiendo lo que el protestantismo no te enseñó y recuperando lo desgraciadamente te quitó: la dicha de conocer y amar a María, la dicha de vivir constantemente en su intimidad.