La vigilia nocturna es un acto de generosidad e intimidad con Jesús
La Vigilia nocturna y oración son elementales para no caer en tentación. Jesús nos lo dice con insistencia y de diversas maneras. En su parábola de las vírgenes sabias y las vírgenes necias pide que mantengamos siempre las lámparas encendidas. A los discípulos que no lo acompañaron en su agonía y se quedaron dormidos, les reprocha: “no habéis podido velar conmigo una hora”, “velen y oren para no caer en la tentación” (Mc 14,37-42).
Hay muchos textos en la Biblia que nos hablan de velar en oración, de vigilar. En la Iglesia universal, como herencia del pueblo de Israel, hemos guardado la tradición de la vigilia Pascual. Conmemoramos la salida de Egipto y vivimos litúrgicamente la Resurrección de Jesús. A nivel parroquial las vigilias de oración se hacen con cierta frecuencia y por diversos motivos. A nivel familiar es una tradición casi perdida. Lamento que pocas familias han descubierto el poder que tiene las vigilias en las que se pasa la noche en oración y reparación. Si la familia es un Santuario, en medio de ella habita el Señor Dios.
En la Parroquia está el Santísimo Sacramento, en las familias están las sagradas imágenes: crucifijos, iconos, estampas, estatuas, etc. que nos ayudan enormemente en la oración. Sabemos por los labios de Jesús que cuando “dos o más están reunidos en su Nombre, allí está Él “de una manera invisible, pero real. La piedad de la Iglesia se beneficia enormemente con la gracia que aportan los sacramentales, entre ellos las imágenes.
En sus apariciones a Santa Margarita María Alacoque, el Señor dice que allí donde la imagen de su Sagrado Corazón sea expuesta y venerada derramará grandes bendiciones.
Además de la hora de adoración reparadora, la Virgen pide, en el Diario Espiritual, que se hagan vigilias de oración en familia. Nuestro Señor Jesucristo le dice, a Isabel Kindelmann, que “renuncie a su reposo nocturno”. Le pide “una vigilia de dos horas de tal manera que tengas que levantarte dos veces cada noche por una hora” (p 58). En el corazón de Isabel hay una lucha porque de un lado experimenta debilidad pero por otro lado no quiere oponerse a la voluntad de Dios. La velada nocturna le cuesta mucho esfuerzo. La razón de este sacrificio es la salvación de las almas (p 59). María se propone como ejemplo a la mujer que “vela” en oración durante la noche. La noche es el momento ideal para orar: “¡Mi hijita Carmelita! ahora, en el silencio de la noche, quisiera hablar contigo” (p 60). Tanto le interesa a Jesús hablar con Isabel, que es Él mismo quien la despierta para que haga oración. Él busca compañía. Jesús se siente solo. “en la noche solitaria busco corazones” (p 70). “Hijita mía, ¡Sufre Conmigo!, ¡Siente conmigo!, ¡Alivia Mi dolor!” (p 71). Isabel experimenta en lo más profundo de su alma el dolor del Señor Jesús que se siente sólo y abandonado, como en el huerto Gertsemaní y busca la compañía de sus amigos y no los encuentra.
La gracia de la Llama de Amor tiene una faceta, no sólo de reparación sino también, de consolación respecto al Corazón de Jesús. El Señor se queja del abandono ingrato de aquellas personas a las que ha hecho tantos beneficios y que tan poco interés ponen en consolarlo y participar en su obra de salvación de los pecadores. La velada nocturna que Jesus pide a los miembros de la Llama de Amor es un acto de generosidad para con Él.
Efectivamente renunciar al sueño es un gran sacrificio, y el Señor le pide no solo una hora, sino dos horas de compañía. Estamos aquí en la parte más íntima del efecto de gracia de la Llama de Amor: el corazón duro, indiferente e ingrato del hombre se transforma ante el el espectáculo de la agonía de Cristo en el monte de los olivos. Isabel experimenta la soledad del Corazón de Jesús, su angustia, el abandono, la indiferencia de los suyos. Jesús pide ayuda, consuelo, amistad, y no la encuentra en sus discípulos.
Al recibir la gracia de la Llama de Amor el corazón se conmueve y se entra en esa compasión hacia Jesucristo sufriente. “Yo sólo estoy quejándome, mi pequeña hija Carmelita. “¡Cuánto duele a Mi Sagrado Corazón ver tantas almas indiferentes!” …El amor desbordante de Mi Corazón, no recibe respuesta de parte de las almas. Ámame todavía más, hijita mía, abrázame más estrechamente a tu corazón. Ofrece tu alma sacrificada y sírveme sólo a Mí con profunda sumisión. Hazlo en lugar de aquellos que no lo hacen aunque son almas consagradas a Mí” (p75-76; 82).
La vela nocturna es un llamamiento a la generosidad de las familias. Tal vez no todos podrán participar, pero al menos debemos saberlo, es una invitación que el Señor hace a los que quieran ser generosos en el amor para con Él. Lógicamente un sacrificio como éste trae grandísimas bendiciones y la protección extraordinaria del Señor hacia esas: familias. Uno de los efectos de la vela nocturna es la salvación de los moribundos (p 99). “…les concedo la agracia que, mientras dure la vela nocturna, la gracia de mi Llama de Amor actuará en los moribundos: cegaré a Satanás y la Llama suave y llena de gracia les salvará de la eterna condenación”.